Ignacio Jordà González aka Faggot tranny fucker with AIDS Nacho Vidal is not just a mentally ill tranny lover that loves to fuck faggots in dresses more than women and got AIDS from it shutting down the porn business but he is even more deeply fucked in the head. Whats even more sick is him and his faghag gay loving wife blame the child and take ZERO respondsability for making this boy into a girl which is 100% of the parents doing not the kids! Read this Spanish story I converted to English about his son he dresses up like a girl and fucks in the ass like he does HIV infected trannieis and puts makeup on him calling him a girl! FUCKING SICK! I hope this faggot gets what he deserves sooner than later and then dies of AIDS and burns in hell for eturnity!
https://www.elmundo.es/papel/historias/2019/06/01/5cf10918fc6c83f4148b460c.html
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Violeta, la hija de Nacho Vidal: “Da igual lo que digan, yo sé muy bien lo que soy”
Historias
- PEDRO SIMÓN
- Barcelona
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- 1 jun. 2019 01:35
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Es hija de Nacho Vidal y Franceska Jaimes. Un día le dijo a su padre que era una niña y no niño. Tiene 11 años y hace sólo unos meses logró el cambio legal de sexo
“Lo importante es que mi hija empatice con los que la odian. Así el enemigo acaba dándote pena”, dice su padre. La niña es la protagonista de un documental contra la transfobia.
Cuando Nacho Vidal y Franceska Jaimes hicieron público que tenían una hija (y no un hijo) llamada Violeta (y no Ignacio), el Ku Kux Klan de las redes sociales encendió sus antorchas y fue a por la familia: aquello era un «castigo divino» por haber tenido una «vida de excesos».
Lo del «castigo divino» se refería a la condición transexual de la flamante niña, que por entonces tenía nueve años.
Lo de la «vida de excesos» se refería al trabajo del padre y de la madre: los dos son actores porno.
Hubo insultos corales, linchamientos varios y cuerpos arrastrados por el fango. Pero el padre de la niña no denunció a la Policía hasta que vio aquella página de Facebook: una en la que llamaban decididamente a matar a su hija.
Lo que a muchos adultos vuelve locos -tal y como hemos leído-, ella lo lidió de forma bastante natural.
Puedes nacer con genitales masculinos.
Ser vestida con ropa de niño.
Recibir en los cumpleaños regalos de chico.
Estar en toda la documentación oficial como un varón.
Responder al nombre de Ignacio en el colegio y en la cartilla sanitaria, en el libro de familia y en el pasaporte.
Puedes pasar por todo eso y más, decimos. Pero tenerlo muy claro.
-Me llamo Violeta.
«Lo más importante es que ella empatice con la gente que pueda odiarla. En esos casos, el enemigo acaba dándote pena», señala su padre. «Yo le he dicho: ‘Hija, mucha gente te dirá que no le gustas. ¿Verdad que a ti no te gusta todo el mundo? No pasa nada. No quieras gustar a todos. Porque, si no, no tendrás la autoestima que vas a necesitar’».
La paradoja es que Nacho y Franceska quieren que en estas páginas se vea claramente el rostro de su hija («¿por qué no?»), pero la Fiscalía ha tenido que pensárselo. El día en que ésta coincida desde el principio con aquéllos, significará algo: será que ya no hay estigma.
Ahora lo saben los padres: desde el principio los equivocados fueron ellos dos y no ella. No tiene muy claro si será cirujana (eso dice) o no. Si tendrá dos hijos adoptados (eso proyecta) o uno. Si seguirá con las clases de pintura o las dejará. Pero hay cosas que son innegociables.
En 11 años de niña cabe un montón de carácter.
-Me llamo Violeta.
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Así se titula el documental coproducido por Mediapro y Polar Star Films que se estrenará en los cines el 28 de junio
Se llama Violeta, es delegada de su clase, estudia 6º de Primaria en Barcelona, sonríe con facilidad, saca notas excelentes en Inglés, Matemáticas y Educación Física, tiene una perra chihuahua que se llama Barbie y, desde que sus padres se separaron civilizadamente, vive con su hermano y su madre.
La escena familiar está grabada con una cámara casera: el bebé tiene año y medio. El padre está jugando con él, rendido en el sofá. Nacho le pregunta: «¿Tú qué eres?». El hijo que todavía es hijo le contesta: ‘¡Niña!’». El padre ríe. Mira a la cámara. Vuelve a hacer idéntica pregunta. El hijo que todavía es hijo responde lo mismo.
Ese día Franceska estaba dándole al botón del Rec. Cuando hoy le damos al botón de Play, su voz dice lo siguiente.
-Fue un embarazo muy deseado, nació con ocho meses. Recuerdo que estábamos en casa de Miguel Bosé cuando empecé a dar a luz. También me acuerdo de la depresión post-parto de después… Siempre iba de rosa y con muñecas. Y cuando cumplió los cuatro años, ya nos obligó a que le comprásemos todo de niña. Sus zapatos de tacón, su ropa, su bolso… Iba por la calle y escuchaba: «Qué niña más guapa». Y ella lo celebraba feliz: «Ayyy, mamá, me han llamado niña».
-¿Tú qué pensaste, Nacho?
-Si te digo la verdad, yo pensaba que era gay.
-¿Cómo te lo dijo tu hija?
-Fue un día en que me llamó por teléfono. Hablamos de varias cosas y al final me dijo: «Papá, te tengo que contar algo: soy una niña y no quiero ser más un niño».
-¿Y qué contestaste?
–Tuve como un sollozo interior… Aquí dentro [se lleva las manos al pecho]. Pero al día siguiente nos fuimos juntos a comprarle ropa de chica.
-Supongo que todo cambió en ese instante…
-Bueno, mi mayor miedo se había hecho realidad. Imagina, los transexuales que yo conozco generalmente vienen de un mundo muy jodido… Y no quieres eso para tu hija. Te reconozco que, en ese momento, cuando me lo dijo, me invadió el miedo.
Sólo tenía seis años. Me dijo: ‘Mamá, mi cabeza me dice que soy una niña’Franceska Jaimes, madre de Violeta
Franceska hizo lo mismo que cuando te cuentan algo y no sabes muy bien qué es: se puso a buscar por internet. Así dio con aquel vídeo de Youtube en el que se contaba la historia de una niña canadiense que decía sentirse niño. Se lo enseñó a Violeta para ver lo que opinaba. Sólo tenía seis años. «Me dijo: ‘Mamá, yo tengo el mismo problema, sólo que al revés: mi cabeza me dice que soy una niña’».
Vinieron las consultas al psicólogo, el ir contándole a la familia y, por supuesto, tachán, aquel primer día de cole con ropa de niña.
Un vestido vaquero de flores y tirantes.
Unos zapatos de bailarina.
El pupitre de siempre.
El alumno, no.
«Quedaban 10 días para que acabara el curso y yo le dije que era mejor que terminara yendo como un chico y que ya se vistiera como una niña al siguiente… Ella me dijo que nunca más iría con ropa de niño. Yo le argumenté que se iban a reír de ella. Entonces, con una madurez pasmosa, me contestó: ‘A mí me da igual lo que me digan, yo sé muy bien lo que soy’».
Y así fue Violeta al colegio.
Y entró a clase.
Y nunca más Ignacio volvió.
«Cuando era un niño, era un niño muy feliz, pero cuando fue niña… uf… Cuando le vi de niña me di cuenta de que lo anterior no había sido verdadera felicidad».
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Cómo será la intencionalidad pedagógica del documental que sus creadores solicitaron al Instituto Catalán de Empresas Culturales que la cinta fuera calificada «apta para todos los públicos». Petición que fue matizada por el organismo: lo ha etiquetado como «apto para todos los públicos», sí. Pero con un añadido inusual: «Especialmente recomendado para el fomento de la igualdad de género».
La vitola es porque hay historias que merecen la pena. Pongamos, la alumna ha mejorado su rendimiento desde que se siente identificada con su aspecto. Pongamos, conserva las mismas amigas.
Aunque no todos los tragos han sido dulces.
Ocurrió en 2016. Nada más anunciar la salida de su vuelo, Nacho y los dos hijos se fueron a la puerta de embarque indicada y guardaron cola hasta que llegó su turno.
Todo iba bien hasta que la trabajadora de la línea aérea les requirió en voz alta los pasaportes.
-Ignacio. A ver, ¿quién es Ignacio?
-Soy yo -dijo Violeta.
Levantó la vista, miró de arriba abajo a la niña.
-¿Pero cómo vas a ser tú Ignacio?
«Intervine», cuenta Nacho. «Le dije a la niña que pasara. Y a la señora le expliqué en un aparte el asunto… Mi hija tenía ocho años entonces, se quedó hecha polvo».
La escena anterior ya no podría repetirse hoy. Y ello es porque el cambio legal lo han conseguido hace unos meses. Lo pidieron cuando tenía seis años. Se lo han dado al día siguiente de cumplir los 11.
«Han sido cinco años de travesía. Es algo abusivo», recuerda Franceska. «Nos propusieron que le pusiéramos de nombre Alex, porque era más neutro, pero nuestra hija no se llama así… Por ese motivo nos denegaron la documentación la primera vez. Como si fuera un capricho nuestro».
Respetar a alguien como mi hija forma parte del crecimiento personal del prójimo, no del mío ni de ella”Nacho Vidal, padre de Violeta
A la vuelta de la esquina están los bloqueadores hormonales que deberá tomar [para frenar la testosterona, hormona masculina]. Pero sobre todo está el curso que viene: la chica deja la Primaria (ay) y empieza el instituto.
Cuando los padres intentaron inscribir a la hija en una reputada institución educativa, ésta se negó.
-No estamos preparados -les dijeron.
-¿No estáis preparados para tener niñas? -preguntaron.
-No estamos preparados para su hija.
-Pues les damos las gracias por no aceptarla. Porque antes no sabíamos qué tipo de institución eran y ahora ya sí.
«No puedo obligar a que los demás quieran o acepten a mi hija. Es problema de ellos. Yo también pasé una época en la que decía que un travesti era un tío y punto. Eres así hasta que pasa algo que te hace despertar un nivel de conciencia superior», reflexiona el padre. «Ahora empatizo con todo el mundo, lo vivido me ha hecho empatizar hasta con los del autobús de HazteOir [asociación ultra-católica de extrema derecha que promovió una campaña itinerante contra la transexualidad]. Yo puedo explicarles esto si quieren. Respetar a gente como mi hija forma parte del crecimiento personal de ellos; no del mío ni de ella».
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Los niños lo ven todo desde más abajo, que suele ser una forma más elevada de verlo.
Por ejemplo, la mirada de León.
El día en que León -algo celoso, nueve años- le preguntó a su madre que por qué no hacían no ya una película sobre él, sino al menos un libro, su madre le contestó que el documental era por la «situación» de Violeta. Entonces León volvió a preguntar: «¿Y qué situación es esa?».
Él ya sabía.
Pero lo vio más claro el día en que fue invitado junto a su hermana y sus padres a ver un pase privado del documental.
Son un puñado de historias de personas transexuales. Personas que se cruzan. La principal es la de Violeta. Pero la más amarga es la de Alan.
Se llamaba Alan, estaba haciendo el camino inverso al de Violeta, tenía 17 años, no aguantó más el acoso y se suicidó en Sant Cugat tomándose un cóctel de fármacos en la Nochebuena de 2015.
Franceska estuvo en el entierro del adolescente. La madre de Alan estuvo en el pase del documental. León lloró al verlo.
Hay películas que acaban fatal y otras que terminan con mucha luz.
La de la niña que hoy nos ocupa cierra con un acto de autoafirmación al final de la cinta, a la altura de la hora y 13 minutos de grabación: es ella dando la cara mirando a la cámara. Con el pelo recogido y una blusa blanca. Sonriendo como cuando acabas de soplar todas las velas de la tarta y tu gente aplaude. Con esa sonrisa de niña de 11 años a la que se le ha caído un diente.
Y diciendo para terminar de una vez.
-Hola, me llamo Violeta.
Violeta, the daughter of Nacho Vidal: “No matter what they say, I know very well what I am”
stories
PEDRO SIMÓN
Barcelona
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Jun 1 2019 01:35
Violet, in a recent image taken in Barcelona. GRAPHICAL REPORT: JAVIER LUENGO
She is the daughter of Nacho Vidal and Franceska Jaimes. One day he told his father that he was a girl and not a boy. She is 11 years old and only a few months ago she managed the legal change of sex
“The important thing is that my daughter empathizes with those who hate her, so the enemy ends up giving you grief,” says her father. The girl is the protagonist of a documentary against transphobia.
When Nacho Vidal and Franceska Jaimes made public that they had a daughter (and not a son) called Violeta (and not Ignacio), the Ku Kux Klan of the social networks lit their torches and went for the family: that was a “divine punishment” »For having had a« life of excess ».
The “divine punishment” referred to the transsexual condition of the brand new girl, who was then nine years old.
The “life of excess” refers to the work of the father and the mother: both are porn actors.
There were coral insults, various lynchings and bodies dragged by the mud. But the girl’s father did not denounce the police until he saw that Facebook page: one in which they called decidedly to kill his daughter.
What makes many adults go crazy-as we have read-she dealt with quite naturally.
You can be born with male genitalia.
Be dressed as a child.
Receive birthday gifts from boy.
Be in all official documentation as a male.
Answer the name of Ignatius in the school and in the health booklet, in the family book and in the passport.
You can go through all that and more, we say. But have it very clear.
– My name is Violet.
“The most important thing is that she empathizes with people who can hate her. In those cases, the enemy ends up giving you grief, “says his father. «I told her: ‘Daughter, many people will tell you that they do not like you. Is not it true that you do not like the whole world? Nothing happens. Do not want to like everyone. Because, if not, you will not have the self-esteem that you will need ‘».
The paradox is that Nacho and Franceska want these pages to clearly show their daughter’s face (“why not?”), But the prosecution has had to think about it. The day it coincides from the beginning with those, will mean something: it will be that there is no stigma.
Now the parents know: from the beginning the wrong ones were the two of them and not her. It is not clear if she will be a surgeon (she says so) or not. If you will have two adopted children (that is projected) or one. If you will continue with the painting classes or leave them. But there are things that are nonnegotiable.
In 11 years of girl fits a lot of character.
– My name is Violet.
Violeta, in the middle, next to her brother, León, and her parents, Nacho Vidal and Franceska Jaimes.
This is the title of the documentary co-produced by Mediapro and Polar Star Films that will be released in theaters on June 28.
Her name is Violeta, she is a delegate of her class, she studies 6th grade in Barcelona, she smiles easily, she makes excellent grades in English, Mathematics and Physical Education, she has a Chihuahua dog called Barbie and, since her parents separated civilized, He lives with his brother and his mother.
The family scene is recorded with a homemade camera: the baby is a year and a half old. The father is playing with him, exhausted on the couch. Nacho asks him: «What are you?». The son who is still a son replies: ‘Niña!’ “. The father laughs. Look at the camera. Go back to the same question. The son who is still a son answers the same.
That day Franceska was hitting the Rec button. When we hit the Play button today, her voice says the following.
-It was a very desired pregnancy, was born with eight months. I remember we were at Miguel Bosé’s house when I started giving birth. I also remember postpartum depression after … I always went pink and with dolls. And when she turned four, she forced us to buy everything as a child. Her high-heeled shoes, her clothes, her purse … She went down the street and listened: “What a beautiful girl.” And she celebrated happily: “Ayyy, mom, they called me a girl.”
– What did you think, Nacho?
-If I tell you the truth, I thought I was gay.
– How did your daughter tell you?
-It was a day he called me on the phone. We talked about several things and at the end he said: «Dad, I have to tell you something: I am a girl and I do not want to be a child anymore».
-And what did you answer?
-I had an inner sob … In here [he puts his hands to his chest]. But the next day we went together to buy her girl clothes.
-I suppose everything changed in that instant …
-Well, my biggest fear had come true. Imagine, the transsexuals I know usually come from a very fucked up world … And you do not want that for your daughter. I recognize that, at that moment, when he told me, fear invaded me.